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Centro AMICUM

Cómo combatir la soledad

Lo que podemos hacer para cultivar relaciones significativas

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Estar rodeado de personas no necesariamente es un remedio para la soledad. Aún si estamos en una casa llena de gente es difícil conectarnos con alguien más si no estamos bien con nosotros mismos. La soledad es algo que debe trabajarse de adentro hacia afuera y no al contrario. De hecho, se ha encontrado que las personas con soledad también tienen baja autoestima, sienten miedo al rechazo y sufren de ansiedad. Por lo general, ellas perciben su mundo como amenazador y tienden a juzgar a otros negativamente. Todos estos aspectos tienen que ver con la cognición social, que es la capacidad de percibir y establecer vínculos con otras personas. Cuando no interpretamos lo que ocurre de forma correcta somos propensos a reaccionar de maneras que terminan alejándonos de los demás y nos hacen sentir que no encajamos.

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4 áreas que debes fortalecer para combatir la soledad

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Aunque la sufrir de soledad no sea una decisión, podemos buscar caminos para alejarnos de ella y construir puentes que nos conecten con otras personas que enriquezcan nuestra vida. La psicóloga Somaira Noguera comparte cómo el buen manejo de las habilidades pueden hacer la diferencia.

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1. Mejorar las habilidades sociales

Las habilidades sociales son una serie de conductas, pensamientos y emociones que forman parte de nuestro repertorio al momento de relacionarnos con los demás. Para mejorar este aspecto el primer paso es identificar cómo interactuamos con otras personas. Cosas como: tono de voz, posición corporal y contacto visual. Además del lenguaje no verbal, también se debe tener en cuenta lo que sentimos y pensamos. Estas son algunas preguntas que pueden ayudarte a identificar cómo te relacionas: ¿Siento empatía por otros?, ¿me preocupo por ellos?, ¿sé decir no?, ¿soy capaz de pedir ayuda?, ¿puedo solucionar conflictos y expresar mi punto de vista sin ser agresivo/a?

Una vez identificados esos comportamientos es necesario ver qué hay detrás de ellos. ¿Qué es lo que me lleva a actuar así?, ¿siento vergüenza o miedo a ser juzgado?, ¿me siento inferior a los demás? Tener este diálogo contigo mismo te ayudará a entender el porqué de tus actitudes.

Por último, hay que reestructurar. Una vez que sabemos qué es lo que realmente ocurre, si estamos percibiendo la realidad como es o estamos interpretando las cosas de manera equivocada, podemos trabajar esos pensamientos. La forma en cómo me veo influye en mi interacción con el mundo y por eso, la forma en que recibimos los comentarios tiene más relación con aquello que pensamos de nosotros mismos que con lo que otros realmente quieren decir.

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2. Mejorar el apoyo social

El apoyo social es una serie de recursos psicológicos que nos hacen sentir amados y valorados. Estos pueden provenir de familia, amigos, cónyuges, mascotas, lazos comunitarios y compañeros de trabajo.​ Cuando eliges estar al lado de personas que te valoran ellas te brindarán el apoyo que necesitas para enfrentar cualquier situación y que no te sientas solo/a.

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3. Aumentar las oportunidades para la interacción social

Puede que si haya personas interesadas en conversar contigo y saber cómo te va, pero no sea posible porque no has permitido que eso ocurra. Para interactuar con otros necesitas estar abierto al diálogo, a hablar sobre los temas que te interesan y compartir tus experiencias. Puedes empezar a hacerlo en casa, con quienes pasas más tiempo, y practicar el abrir y cerrar conversaciones. No necesitas ser una persona extrovertida para saber conversar y relacionarse. Lo importante es que seas tú mismo. Atreverse a serlo también es parte de este proceso.

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4. Abordar la cognición social desadaptativa

La cognición social desadaptativa es un trastorno de la personalidad causado por factores sociales y ambientales que puede ser revertido al analizar cómo nuestro comportamiento es influenciado por el medio que nos rodea. De acuerdo con este término de la neuro-psicológia clínica podemos recobrar el equilibrio comportamental al trabajar en los procesos mentales. Para mejorar este aspecto se debe aprender sobre las emociones, qué son y cómo se manifiestan. De esta manera podremos percibir mejor qué es lo que estamos sintiendo e identificar cómo otros se están sintiendo. Las mismas estrategias que nos capacitan para tener mejores habilidades sociales son las que nos ayudarán a controlar nuestros procesos mentales para adaptarnos a diversas situaciones.

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Presencial vs. Virtual ¿Es lo mismo?

¿Conoces a alguien que no tenga perfil de Facebook o Instagram? Tal vez sea raro encontrar a alguien así en tu círculo de amigos. Aunque no podemos engañarnos al pensar que todos en el mundo tienen acceso a Internet, los que tenemos contamos con este servicio hemos aprendido a socializar de forma virtual. Incluso aquellos que no son parte de alguna red social virtual utilizan aplicaciones de mensajería instantánea para comunicarse.

Durante los años que llevamos administrando nuestras cuentas personales nos hemos dado cuenta que la cantidad de amigos o seguidores que tengamos no representa el número de personas que nos ayudarán cuando surjan dificultades. Al contrario, la mayoría de ellos son conocidos, amigos de amigos o celebridades a las que admiramos y que representan nuestros ideales.

Lo cierto es que, por más que nuestras publicaciones representen parte de lo que realmente somos y los intereses que nos mueven, ellas siempre serán un recorte. Siempre tendremos que escoger qué versión de nosotros vamos a mostrar. Esto quiere decir que difícilmente nuestros seguidores verán cómo nos despertamos o escuchar cómo nos reímos cuando estamos en confianza. Y cuándo no hay espacio para la vulnerabilidad, también hay menos oportunidad para las conexiones genuinas.

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Respecto a ese asunto, Daniela Tomer resalta que vivimos en una sociedad en la que vendemos una imagen de nosotros mismos que no es verdadera. Tenemos seguidores que saben lo que nos gusta, a dónde vamos en vacaciones y hasta cuál es nuestro estilo de ropa, pero no nos conocen. Aun así, hay algo que puede ayudarnos a tener encuentros significativos sin importar si son presenciales o virtuales. «Debemos atrevernos a ser auténticos en una sociedad que es casi lo opuesto», señala la psicóloga.

La autenticidad de la que habla es una actitud en la cual escogemos mostrarnos vulnerables. Cuando permitimos que nuestras imperfecciones salgan a la luz, aquellos con los que interactuamos tendrán una idea más completa de quienes somos.

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¿Cuándo la soledad puede ser positiva?

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Una compañía constante

A pesar de que consigamos tener amistades sólidas y lazos estrechos con familiares, tarde o temprano sufriremos pérdidas. Nuestras vidas son regidas por el tiempo y cuando la vida de un ser querido llega a su fin es posible que nos desestabilicemos y nos volvamos a sentir solos. Por otro lado, también están aquellos que deciden alejarse por algún motivo y también se van de nuestra vida. Sea de una u otra forma somos vulnerables a la soledad y es por eso que necesitamos a alguien que esté en todo momento, alguien de quien no tengamos que despedirnos y no nos deje plantados.

No sé si ya lo has sentido, pero Dios te escucha todos los días, se preocupa de que estés bien y también se da cuenta de tu soledad. Él es el único amigo que no se va. Sin embargo, como en toda relación, una amistad con Dios no va a funcionar si Él es el único que llama y manda mensajes.

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“Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros.”

Santiago 4:8

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Hoy tienes la oportunidad de contarle todo lo que sientes y expresarte con sinceridad. Si te has sentido solo y no sabes cómo acercarte a otros, Él será tu mejor guía. Dios no sólo quiere ser tu compañía todos los días, también desea que estés rodeado de personas que te aman.

Periodista y productora de contenido web en la Universidad de Montemorelos Virtual.