Cómo dejar de procrastinar: 3 consejos prácticos
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¿Por qué procrastinamos?
Dejar las cosas para después no es cosa de flojos, si no un reflejo de sentimientos como el miedo y la inseguridad. Si hay una tarea que representa un gran desafío, es muy probable que la postergamos por dudar de nuestra capacidad, por miedo a equivocarnos o buscar la perfección en todo. Por ende, si quieres saber cómo dejar de procrastinar, no sólo es necesario aprender a gestionar el tiempo y desarrollar autocontrol, sino aprender a manejar las emociones. Identificar nuestras inseguridades, lo que nos atemoriza, nuestra motivación interior y las expectativas que tenemos de nosotros mismos, es la mejor manera de entender por qué procrastinamos y una manera de encontrar soluciones efectivas.
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Aprende a cómo enfrentar en miedo aquí.
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Consecuencias de procrastinar todo el tiempo
Dejar de procrastinar todo el tiempo no solamente nos ahorrará inconvenientes, sino que puede darnos salud. Según el psicólogo Óscar Ramírez, a pesar de ser algo común, procrastinar puede ser dañino por la cantidad de estrés que se acumula en nuestro cuerpo. Por otro lado, la procrastinación también puede ser un síntoma de la depresión o la ansiedad y un catalizador de las mismas.
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3 Consejos para dejar de procrastinar
La procrastinación puede llegar a ser un estilo de vida, por lo que debemos hacer esfuerzos constantes para que no sea lo que determine nuestra condición. Estos son 3 aspectos que se pueden fortalecer para combatir el «ah, mejor lo hago mañana» y dejar de procrastinar.
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Sentido de urgencia: Cuando el cerebro identifica que «todavía hay tiempo», no se complica y deja las cosas para después. Esto puede cambiar si planificamos las actividades y ponemos fechas límite.
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Sentido de recompensa: Cada vez que concluimos una tarea o alcanzamos una meta, el cerebro encuentra placer. Si hacemos listas de cosas que hacer y definimos objetivos a corto plazo, tendremos menos tendencia a procrastinar.
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Sentido de propósito: Puede que aquello que posterguemos sea algo que no nos agrada hacer, algo que es una obligación. En estas situaciones, recordar que esa actividad es un puente entre lo que tenemos y lo que queremos alcanzar hará que sea más llevadero.
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Productividad y procrastinación
Una de las fábulas más conocidas es La cigarra y la hormiga. Si la conoces, seguro viene a tu imaginación la imagen de una cigarra que sólo se preocupa por disfrutar del verano y que, viendo a la hormiga cargada de hojas, piensa: «¡todavía hay calor, haré provisión para el invierno después!». Aunque la laboriosidad de las hormigas es incuestionable y tienen mucho que enseñar, la actitud de procrastinación que se le atribuye a la cigarra no necesariamente representa la realidad.
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Las cigarras, conocidas por su potente canto, no pasan la vida recostadas de un tronco. En los años de juventud (de 2 hasta 17 años) están bajo tierra y se alimentan de las raíces de los árboles. Cuando llega el momento de la adultez, hacen un túnel para salir a la superficie y subir a los árboles, donde se convierten en adultos. Desde que llegan a los árboles estos insectos viven entre 4 o 6 semanas, periodo que se da generalmente en épocas cálidas y aprovechan para aparearse. La vida de las hembras acaba después de poner sus huevos. Estos caen al suelo y penetran la tierra, donde el ciclo vuelve a iniciar.
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Sin importar la cantidad de horas que hormigas o cigarras trabajen, cada una tiene un ciclo de vida distinto. Viven de formas diferentes, tienen otras necesidades y llevan rutinas distintas. Lo mismo pasa con las personas. Nuestro rendimiento no puede ser comparado con el de los demás porque no somos iguales. Sólo cuando reconocemos lo que somos, lo que tenemos y lo que queremos es que podemos medir nuestra productividad y hacer los cambios necesarios para ser más eficientes.
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¿Estoy procrastinando o no debo estar aquí?
Con esta y otras metáforas se ha ido cultivando la idea de que somos valiosos cuando producimos, cuando vamos de aquí para allá cargando con nuestras responsabilidades y somos parte de un sistema que está siempre en movimiento. Sin embargo, el procrastinar también puede ser una señal de que aquello a lo que nos dedicamos no produce satisfacción. En ese sentido, podemos reflexionar sobre las actividades en que invertimos nuestro esfuerzo. ¿Realmente hacemos lo que nos hace felices? Si no es así, postergar las cosas siempre será una opción.
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Producido en colaboración con el Psicólogo Óscar Ramírez.