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Centro AMICUM

Óscar Castillo: El milagro ya está hecho

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Yo había sido deportista toda mi vida, hasta que tuve un accidente. No me atendieron bien y se complicó muchísimo. Me rompí una pierna en 5 partes y pasé desde el 2008 al 2014 sin volver a entrenar. No me podía poner un calcetín, anudar los zapatos o cargar a mi hijo y usé muletas y bastón hasta el 2014. 

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Llegué a tener un sobrepeso que no se imaginan y gracias a ese accidente, tenía suficiente autocompasión y aceptación social como para no hacer nada. Así pasa a veces: uno mismo se da una palmada en la espalda y ahí se queda. Tenía esa salida rápida de por qué estar así. Total, aunque vivía mal, igual podía sobrevivir ¿no?

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Entonces un día mi esposa me dijo: ¿Algún día vas a hacer algo para mejorarte? Esto me dejó pensando en que sí, estaba en mis manos el poder hacer algo.

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Mis primos me dijeron que iban a hacer un maratón, me contaron que era nadar 2km, andar en bicicleta 90km y correr 21km. Me pareció absurdo, ¿quién corría por nada y hacía todo lo demás para nada? Así que le conté a un amigo lo tonto que me parecía y me respondió: 

– ¡Yo también me inscribí! y si alguna vez has querido hacer algo por tu cuerpo, tienes que participar en este evento. Y me inscribió al triatlón. 

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Creo que las personas confunden la motivación con lo que quieren, porque la motivación te pone el objetivo claro, pero nadie te empuja.

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Dije que lo iba a hacer. Veía videos de cómo la gente llegaba a la meta y todo, pero esa motivación me duró 10 días. Digamos que fue una motivación extrínseca, que viene de afuera. Creo que las personas confunden la motivación con lo que quieren, porque la motivación te pone el objetivo claro, pero nadie te empuja. Así que seguí entrenando y desarrollando disciplina. Empecé a entender que si no sacrificas lo que te gusta por lo que quieres alcanzar, no hay manera. 

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La primera vez que salí a correr lo hice con el bastón y en 200mts sentí como si el alma se me hubiera ido, o sea, no podía correr nada, regresé a casa y le dije a mi esposa: – No es posible que no pueda hacer nada, definitivamente no puedo hacer nada. Y me recordó que era un proceso que debía llevar poco a poco. 

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Entonces hablé con Dios y le dije: – Mira, yo necesito estar bien. He prometido que te voy a servir donde tú quieras, pero con el cuerpo y movilidad que tengo, no puedo hacer ni la mitad de lo que podría. Así que me propuse entrenar, confiando en que Dios debía ayudarme y que de alguna forma ocurriría un milagro o aparecería una fuerza sobrenatural en mí para lograrlo. Pero no. Los primeros cuatro meses que entrené, solamente caminé, no podía correr ni un paso. Y seguí esperando por una respuesta. Pasó el tiempo, comencé a correr un poco y caminaba el resto. De esa manera fui aumentando poco a poco, aunque no como pensaba. Estaba molesto porque sentía que me había preparado yo solo para el evento. Se supone que éramos una sociedad y yo había hecho mi parte, pero bueno, creía que para el evento sí se iba a manifestar. 

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Llegó el gran día y éramos más de 2mil personas. Comencé a nadar y como era el evento que más me gustaba, no hubo problemas. Me pasé a la bicicleta y cometí el error de no haber estudiado la ruta, ni las distancias, así que pensé que se iba a terminar. ¡Sentía que había sido mucho! Vi la hora y dije: – Wow, ¡voy muy rápido! De verdad que Dios está presente porque no es posible que yo vaya tan rápido. Pero justo ahí me di cuenta que aún faltaba una parte de la ruta y me desanimé. Estaba triste y cansado, pero ya estaba en el evento, así que no quedaba más que terminarlo. Terminó esa etapa y empecé a correr. En ese momento ya no aguantaba las piernas, así que fui alternando; caminaba o corría tranquilamente. Así lo hice hasta que terminé. Al llegar a la meta, sonreía, pero por dentro tenía la desilusión porque Dios no se hizo presente. 

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Cuando tomas la decisión de perseguir tus metas, es ahí donde entra la disciplina; nadie lo va a hacer por ti.

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De regreso a casa, hablaba con mi esposa de mi molestia. Creía que no había sido digno de un milagro y así me fui en el camino. Pero cuando estaba en casa bañándome, empecé a pensar en esa vez que intenté correr y no había podido y que ahora acababa de terminar un evento que casi nadie termina. ¡Ahí me di cuenta de lo maravilloso que es el diseño del cuerpo humano y su movilidad! Me di cuenta de que, seguramente, cuando yo había hecho el compromiso con Dios, Él me decía: 

– Yo te creé y ya te di todas las herramientas. Si no lo quieres alcanzar es asunto tuyo, tu cuerpo está ahí, funcionando. 

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A partir de esa reflexión, todo lo demás ha seguido siempre en mi mente. Está en ti, se trata de ti, ya tienes las condiciones, la responsabilidad es tuya. Cuando tomas la decisión de perseguir tus metas, es ahí donde entra la disciplina; nadie lo va a hacer por ti. Ya sea en el ejercicio, en la alimentación, en el descanso, en cualquier área, si no haces lo debido, no será culpa de otros, será tu responsabilidad. Por eso, determina lo que quieres y dónde quieres estar y lucha por ello.

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ACTIVIDAD PARA HOY

Contesta las siguientes preguntas:

  1. ¿Cómo el hábito que estás desarrollando hoy, te permitirá ser la persona que quieres ser en el futuro?
  1. ¿Qué hay en ti que te ayudará a desarrollar el hábito saludable que escogiste?

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